No obstante, a veces estamos tan ciegos que buscamos llenar nuestra vida de cosas valoradas por la mayoría de la sociedad en general, sin darnos cuenta de que esas cosas no nos hacen felices ni mucho menos y perdiendo la esencia de cada uno intentando ser, o mejor dicho tener, lo que tiene el resto para parecernos a ellos. Y eso me parece un objetivo absurdo.
La vida es mucho más que algo material que al final se termina rompiendo, guardando en un recóndito cajón de la buhardilla o incluso cambiando por otra cosa supuestamente mejor o más nueva. Sin embargo los momentos que vivimos no pueden cambiarse sólo por el hecho de que ya los hemos vivido, no pueden guardarse en un cajón ni romperse. Por eso, los pequeños momentos que vivimos son realmente los que nos dan la felicidad. Es muy posible que un simple gesto como cogerte de la mano pueda parecer insignificante desde el punto de vista del resto del mundo, pero a mí, sólo eso, me hace sentir bien y no pensar en nada más. Sólo ahora se que muchos instantes se me hacen insignificantes porque no estás aquí conmigo para vivirlos, pero pronto llegará el día en que esos momentos no vuelvan a parecerme insignificantes jamás. Lo tengo claro.